El naranja está de moda.
Los vecinos
más observadores se han dado cuenta de que en el último mes las naranjas
amargas han desaparecido de los suelos de las ciudades y pueblos andaluces.
Los
culpables no han sido precisamente los fabricantes de mermeladas inglesas.
Recientemente
se ha sabido que un grupo de investigadores de la Universidad de Sevilla halló el pasado verano, después de varios años de laboriosas investigaciones, una
sustancia en la cáscara de la naranja amarga con múltiples propiedades
beneficiosas para nuestro organismo, pues nos aporta vitaminas, elementos
antioxidantes y fortalece nuestro sistema inmunitario. Según los científicos,
dicho compuesto ha conseguido alargar un 50% la vida de ratones de laboratorio.
Parece ser
que únicamente tiene un efecto secundario: las personas que abusan de ese
principio activo adquieren un tono naranja en su piel y una visión en blanco y
negro del mundo, simple y maniqueísta. De ahí el nombre con el que los
divulgadores científicos han bautizado el nuevo principio activo descubierto: trumporangina.
Curiosamente
este efecto secundario pigmentador es buscado conscientemente por muchos esnobs
y damas de la alta sociedad conservadora y rica de todo el mundo, siempre
deseosos de seguir las modas más extravagantes, y ha sido el responsable del
alto precio que ha alcanzado la antes despreciada naranja amarga y de su
desaparición de nuestras calles y plazas.
Grandes
multinacionales farmacéuticas y de la alimentación han iniciado una carrera por
conseguir el proceso y la licencia de fabricación del nuevo producto. Mientras
tanto se dedican a acaparar la mayor cantidad posible de materia prima.
Ante la
nueva situación, muchos ayuntamientos andaluces han comenzado a establecer
vigilancia policial para evitar el robo de su ahora preciado fruto. Fruto que,
sin duda, aliviará los pesados déficits presupuestarios que soportan.
No menos
contentos con esta moda naranja están en España, Albert Rivera y sus compañeros de Ciudadanos.
Por su
parte los científicos sevillanos, tras la publicación de su hallazgo en la
afamada revista científica NMO (New Magazine of Oranges), disfrutan de un
merecido descanso, (con bronceado natural incluido), en playas caribeñas.
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