El pez chico se come al grande
En este mes de junio han
tenido lugar dos acontecimientos políticos que sumados pueden tener una
inesperada e imprevisible consecuencia. Por una parte, el resultado de las
recientes elecciones electorales en España ha producido una enorme desilusión
en la mayoría progresista de nuestro país, que coincide en desear ver alejado
al PP de cualquier gobierno.
Por otra parte, el
referéndum británico para la salida de la UE (conocido como Brexit) ha dejado
una desazón similar en prácticamente la mitad de la sociedad del Reino Unido.
Este malestar sabemos que es aún mayor en zonas como Escocia, Londres o la
colonia de Gibraltar. Los votantes llanitos votaron masivamente a favor de la
permanencia en Europa. Coinciden pues en desencanto, aunque por distintos motivos
con los votantes de la dividida izquierda española. Muchos de ellos, visto que
el país no tiene arreglo, pues vuelve a votar a un partido corrupto que ha
empobrecido a las clases medias y trabajadoras, ven la emigración como única
salida, tal como experimentaron hace doscientos años el escritor Blanco White y
los liberales de principios del siglo XIX que se instalaron en Inglaterra
huyendo del ambiente opresivo de la España de Fernando VII. Lamentablemente la
puerta del Reino Unido se va cerrando, pero esto no es obstáculo para que un
grupo de intelectuales españoles haya encontrado una solución imaginativa: si
no pueden salir del país, se lo llevarán con ellos. Así, han creado una
petición en la plataforma Change.org en la que solicitan nuestra integración en
Gibraltar. Dicha iniciativa, que lleva recogidas más de un millón de firmas,
tendría como consecuencia la deseada desaparición de la colonia y contentaría
tanto a los que quieren abandonar España como a los gibraltareños que quieren
permanecer en Europa. No menos satisfechos quedarían los nacionalistas
españoles que tendrían por fin su anhelada unión con la roca después de tres
siglos de espera.